El gremio de los molineros estableció en 1640 una cofradía
en un altar del patio de los naranjos de la Parroquia de la
Oliva, en el que era venerada una imagen de talla de San Francisco
de Padua. La cual comenzó a sacar el Miércoles
Santo una procesión de penitencia con la insignia del
Santo Cristo de la Humildad y Paciencia de Nuestro Señor.
El lugar del altar se habilitó como capilla, construyéndose
para ello un arco y altar, en el que se instaló el
Señor de la Humildad el 2 de marzo de 1642, tras solemnizarse
su entronización en la misa mayor de aquel domingo
de cuaresma. No volvemos a tener noticias de esta cofradía
más que la institución en 1661 de una memoria
de misas en su altar por don Cristóbal García
Vidal hasta 1685, año en el que el señor visitador
del Arzobispado detalla que se hallaba instalada en el citado
altar y efectuaba su estación penitencial en Miércoles
Santo. Según dicho visitador también cumplían
su estación anual las cofradías de Las Penas,
establecida en la ermita de San Roque, llagas de Nuestro Señor;
en la Iglesia del Castillo cuya procesión salía
el Jueves Santo, Vera Cruz, en su propia ermita, Jesús
Nazareno de San Francisco en la madrugada, Santo Entierro
de Cristo el Viernes Santo a las tres de la tarde desde la
Parroquia y Nuestra Señora de La Soledad por la tarde
noche desde el convento de Santa María de Jesús.
Nuestra Señora de la Victoria ya era venerada en la
misma capilla en 1732, resultando por tanto muy reducido el
espacio para ambas imágenes. Debido a ello, sus hermanos
decidieron reedificar la capilla ampliando su perímetro
sobre unos terrenos aledaños. La capilla quedó
embellecida con la instalación de una reja de hierro
y nuevos retablos para albergar a las imágenes titulares.
A lo largo de este siglo fueron también varios los
devotos que legaron bienes a la cofradía, como por
ejemplo lo hizo doña María de la O López
en 1754 al dejar a favor de ella cuatro aranzadas de olivar
en Rodalabota con cargo de una misa anual que debía
oficiarse el día de la Santísima Trinidad; o
el sacerdote don Bartolomé Vidal y Aragón, en
1780, quien además cedió catorce fanegas de
tierra y once aranzadas de olivar. Sus cofrades también
tenían el privilegio de enterrarse en la capilla del
Señor de la Humildad, en la que yacen sepultados muchos
de ellos.
A pesar de la reforma y ampliación efectuada en la
capilla del patio de los naranjos, la Hermandad no estuvo
nunca muy conforme con el lugar donde recibían culto
sus imágenes por estar a la intemperie y poco seguras, pretendiendo ya en 1779,
según se tienen noticias, abandonarla para trasladarse
en el interior del templo a la capilla de los Vela. El traslado,
al que en un primer momento se opuso el patrón de dicha
capilla don Juan Pedro Velázquez Gaztelu, pudo verificarse
finalmente muy a finales de dicho siglo, concretamente en
1795, tras conseguir el permiso canónico oportuno.
Este lo obtuvo de la autoridad eclesiástica tras la
petición efectuada, entre otros, por los hermanos,
Pedro Muñoz Cañete, Hermano mayor, Juan García
Toribio (mayordomo), don Alonso Vidal Aragón "el
mayor" y Juan Moreno Castellanos (oficiales).
LA HERMANDAD EN EL SIGLO XIX
A mediados del siglo XIX, el señor arcipreste don Fernando
Ortíz refería que ésta realizaba su estación
penitencial y funcionaba como Hermandad, aunque carecía
de reglas aprobadas. "Tiene por objeto sacar la cofradía
y alumbrar las Imágenes de la capilla. Cumple el objeto
de su instituto con las postulas que hace por el pueblo y
las cuotas anuales de los Hermanos, pero no tiene Regla.".
Como ya es sabido, en esa misma época acordó
mancomunadamente con las Hermandades de Los Dolores, Ecce
- Homo y Virgen del Castillo que asistirían sus hermanos
vestidos de nazarenos a las procesiones de las otras. Durante
aquellos años, gozaba de cierto auge cofradiero, como
puede constatarse en los libros de cuentas que conserva correspondientes
a dicha época. Destacaban entonces al frente de ella
los miembros de la familia de los Alba, conocidos también
en Lebrija como los Casquetes, quienes estaban entroncado
por tradición familiar. En 1881, se encargó
una nueva saya para la Virgen de la Victoria, bordada en oro
sobre terciopelo morado, costeado con la ayuda de los devotos
y la aportación económica de su entonces camarera,
doña Ana Alba y Vidal. Se ha identificado la saya indicada
con la que en 1958 fue pasada a nuevo terciopelo negro, gracias
a la aportación de la camarera Ana Díaz Navarro
posteriormente de nuevo pasada a nuevo terciopelo.
El desaparecido Diario de Lebrija significaba en 1928, que
la Virgen de la Victoria no sólo salía el Miércoles
Santo acompañando al Señor de la Humildad, sino
que también lo hacía el Viernes
Santo en el Entierro de Cristo. De la procesión subrayó
la tremenda expectación que se levantaba para ver la
salida por la puerta del Sol, de la Parroquia y la congregación
exagerada de público en las explanadas de la Parroquia
para asistir a la entrada.
En tiempos. fue conocida con el sobrenombre de Los Zagales,
por pertenecer a ella, hasta no hace mucho. gran número
de pastores jóvenes del pueblo, dada la tremenda devoción
que especialmente siempre han profesado los jóvenes
a San Juan.
LA HERMANDAD EN EL SIGLO XX
La familia de los Casquete (Alba) se quedó sola en
cuidar de ella, por lo que a mediados del siglo solicitaron
colaboración de devotos y hermanos para proseguir con
la Hermandad hacia delante y así a partir del año
1958. se hicieron cargo, junto con miembros de la citada familia
otros señores, comenzando así una nueva etapa
en la Hermandad.
La Semana Santa de 1969, Nuestra Señora de la Victoria
procesionó acompañando al Cristo del Ecce -
Homo pues el de la Humildad no se encontraba en condiciones
para hacerlo.
Su particular devenir histórico está lleno de
vicisitudes. La más acusada en la historia reciente
quizás sea la crisis sufrida en el año 1975
cuando estuvo al borde de la desaparición a consecuencia
de haber quedado reducida su Junta de Gobierno a una sola
persona, que con fe y perseverancia supo reunir otra nueva,
constituida a modo de gestora, para salir adelante. Al siguiente
de 1976, Nuestra Señora de la Victoria dejó
de acompañar al Santo Entierro en la procesión
del Viernes Santo por diferencias y falta de acuerdo entre
las Juntas de dichas Hermandades, rompiendo así con
una antiquísima tradición. Tras años
e incertidumbre y titubeo, en 1978, comenzó una nueva
Junta a trabajar con el propósito de reemprender su
actual marcha ascendente.
TRASLADO A LA IGLESIA DE LA AURORA (1978)
La autoridad eclesiástica aprobó el traslado
a la capilla de la Aurora el 18 de mayo de 1978, de cuyo recinto
sagrado tomó posesión el 22 de octubre del mismo
año. A pesar de ello, la primera salida procesional
desde la Aurora no se verificó hasta 1980. Con ocasión
del traslado y definitivo establecimiento canónico
en dicha Iglesia, Nuestra Señora de la Aurora, imagen
titular del templo, fue incorporada a la titularidad de la
Hermandad. En su honor, ésta celebra un solemne Triduo
y el tradicional Rosario de la Aurora callejero el quince
de agosto.
La Alcaldía de Lebrija fue nombrada Hermano Mayor honorario
de la Hermandad el diez de octubre de 1991, convirtiéndose
desde entonces en tradicional la cesión de la vara
de mando por parte del señor alcalde en la mañana
del Miércoles Santo a Nuestra Señora de la Victoria
para que la porte durante el recorrido procesional.
Entre los cultos que celebra durante el año, ha de
resaltarse la celebración en cuaresma de un devoto
Quinario en honor de los titulares, así como el mes
de María que se dedica en la capilla de las Hermanas
de la Cruz a la Virgen de la Victoria, cuya imagen es trasladada
para tal ocasión a dicha capilla.
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